Desde la antigüedad, el retrato ha sido uno de los temas más populares entre los artistas para pintar. Este artículo recorre la evolución de la pintura de retratos desde la Edad Media hasta la actualidad.

Pintura y retrato desde la Edad Media a la actualidad

Las vastas salas de los antepasados que nos miran con veneración desde las paredes de los antiguos castillos y museos son familiares para todos. Miramos fijamente los rostros de nuestros antepasados, que a veces están casi vivos, y otras veces se han nublado por el tiempo.

Nos preguntamos quiénes eran, por qué pasaron y si tenían los mismos pensamientos y sentimientos que nosotros. Gracias a estos retratos podemos hacernos una pequeña idea de quiénes crearon nuestra historia, y tenemos fotos que acompañan a los numerosos nombres.

Sin embargo, la pintura de retratos, que antes sólo estaba al alcance de los monarcas y la nobleza, se ha convertido recientemente en una forma de arte ampliamente accesible.

Mona Lisa
Mona Lisa. Foto por @chadsmith110 a través de Twenty20.

Los retratistas modernos ofrecen sus servicios para una gran variedad de situaciones y presupuestos, ya sea en el estudio, en las calles y puentes, en los mercados o en las bodas.

Algunas fotografías muestran sólo el rostro y los hombros, mientras que otras representan a la persona entera, sentada, de pie, montando a caballo, tocando música o leyendo, sola, en pareja, con toda la familia o con una mascota querida.

Según el deseo y la integración temática, la cabeza puede exhibirse de frente, de perfil o girada en perspectiva de tres cuartos. Los retratos son populares y flexibles desde hace mucho tiempo.

Pero, ¿de dónde viene la necesidad de rodearse del rostro propio o de un ser querido? ¿Siguen existiendo las tradicionales galerías de antepasados? ¿Qué ha cambiado y qué ha permanecido igual?

El retrato es una forma de arte centenaria.

El arte del retrato se cultivó en la antigua Grecia aproximadamente en el año 500 a.C., según los registros y relatos antiguos de la época. También en tierras italianas se realizaban imágenes de personajes de renombre. El fresco de Safo en Pompeya, una poetisa griega conocida por sus letras sensuales, es un ejemplo de esta época.

En la Edad Media, el hombre como individuo fue dejado de lado en favor de la fe. En la representación de escenas bíblicas se incorporaron pequeños retratos que representaban al benefactor concreto de la obra de arte, como el papa o un obispo, lo que influyó en el estilo de la pintura de retratos. Estos retratos de donantes eran siempre de menor escala porque se suponía que la atención del espectador se centraba en las figuras cristianas.

Por ejemplo, durante la transición de la Edad Media al Renacimiento, el pintor italiano Giotto di Bondone creó cuadros por encargo para el Papa Benedicto XI y el rey Roberto de Nápoles.

La pintura de retratos a lo largo de la Edad Media y el Renacimiento, desde las pinturas bíblicas hasta los autorretratos
A partir del siglo XIV, se transmiten (de nuevo) los primeros retratos que representan a una persona de la forma en que ahora interpretamos un retrato:

Como una sola imagen, así como una imagen de pecho o de cadera. Pero los monarcas y los papas no son las únicas figuras que aparecen en el arte del Renacimiento. Los profesores universitarios y los comerciantes adinerados estaban entre los que se hacían retratar.

También se exponen retratos de artistas como Francesco Petrarca, el famoso autor de las «Canzonieres», una hermosa secuencia de poemas de amor.

El arte viajó al norte con el Renacimiento, principalmente a Flandes y los Países Bajos.

Jan van Eyck, pintor holandés, introdujo una nueva técnica: la pintura al óleo. A diferencia de la pintura al temple, muy popular en Italia, los colores pueden combinarse más fácilmente, lo que permite mayores transiciones. Como resultado, los contornos son menos duros y rígidos.

Leonardo da Vinci desarrolló un estilo pictórico específico a partir de esto durante el Alto Renacimiento, lo que dio lugar a que retratos como el de la célebre Mona Lisa fueran realistas y naturalistas.

Esto nos lleva a Hans Holbein el Joven y a Alberto Durero, dos conocidos retratistas.

La pintura de retratos había evolucionado hasta convertirse en una forma de arte distinta; ya no era una simple habilidad. La nueva seguridad artística también se reflejaba en la forma de etiquetar los cuadros:

Durero firmaba todas sus obras con su monograma AD, mientras que los pintores medievales no dejaban ningún rastro de su identidad en los cuadros.

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